La Ultima Ciudad (Relato de ficción) – Capítulo 5

Después de respirar hondo y haberme tranquilizado, empecé a planear lo que iba a hacer. Seguramente, Kara no sabía nada sobre esta placa de madera, de lo contrario nunca me habría mandado a investigar la muerte de Rupert. Era casi seguro que su madre había estado en el apartamento, pero la placa seguía aquí, lo que significa que probablemente nadie la había encontrado. Un miembro de la familia intentando proteger la reputación de un pariente difunto, seguramente habría quemado o tirado algo como esto.

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Hay todo tipo de iglesias en la Última Ciudad. Las tradiciones religiosas han llegado desde todos los puntos del planeta. Están todas las tendencias religiosas del mundo de antes de la Edad de Oro en mejores y peores grados de prosperidad. La visión religiosa de la humanidad ha sobrevivido al repentino descubrimiento de la inteligencia alienígena en Marte, en la forma de El Viajero, sin problemas. Las instituciones religiosas son flexibles cuando se necesita, o cuando sus seguidores necesitan que lo sean. No soy un capillita, pero tampoco tengo problemas con quienes lo son.

Las tristes, delirantes y monstruosas personas que empezaron a adorar al Viajero justo después del Colapso son otra historia. No eran un gran grupo, pero su historia se ha convertido en leyenda en la Última Ciudad. Conforme creces, empiezas a oír la historia en el patio del recreo del colegio, llena de detalles totalmente erróneos y mezclas sangrientas para añadirle efecto dramático.

Como adolescente y como adulto, terminas sabiendo lo que más o menos han descubierto realmente los historiadores y el público general. Después no vuelves a hablar más del tema, porque se considera algo desagradable. La historia se reduce a esto: En el caos que siguió al Colapso, un número cada vez mayor de personas empezaron a adorar al Viajero como a un dios, aunque fuera algo totalmente inerte y no otorgara ni sabiduría, ni tecnología ni ninguna otra cosa aparte de sombra. Me atrevo a pensar que un dios que no puede replicarte ni decirte cuando tus creencias son erróneas es casi más cómodo en algunas ocasiones.

Esta gente fueron algunos de los primeros fundadores de la ciudad. Eran días en los que podrías morir por un poco de gasolina, munición o comida. Se trataba de una existencia muy primitiva. Encontrabas un grupo que te acogía y tu ayudabas al grupo, porque si no eras útil te podían dejar atrás.

Traveler's Rest

Los cazadores hacían lo que podían para traer gente y los titanes hacían lo que podían para protegerlos, pero no podían estar en todas partes. Aparte, no era (y sigue sin serlo) trabajo de los guardianes controlar lo que los líderes de las religiones le cuentan a sus feligreses. Son guardianes; así que protegen. No son vigilantes de la sociedad. Al menos, esa es la explicación que se da cuando descubres que de alguna manera, en el corazón de la recién creada Última Ciudad, los seguidores del Viajero comienzan a hacer sacrificios humanos a su dios y que los guardianes, al parecer, lo desconocían por completo.

Al parecer, nadie sabía nada. Las evidencias de los crímenes de los seguidores del Viajero no se descubrieron hasta mucho después de que hubieran dejado la ciudad y desaparecido. Si os parece extraño que varios cientos de personas devotos de la idea de que el Viajero fuese dios, se alejaran de él, a mi me resulta igualmente extraño. Al parecer, empezaron a disgustarse con la masa de gente que estaba empezando a crecer en la ciudad, aunque probablemente quisieran también un poco de privacidad para sus rituales sangrientos.

Así que dejaron la ciudad, haciendo saber que su gente haría peregrinaciones de regreso al gran orbe en el cielo, y se introdujeron en la naturaleza en busca de su propia utopía. Nunca se volvieron a ver. Algún cazador u otro traía noticias esporádicas acerca de que el grupo habían sido descubiertos por los caídos, y los habían sacrificado en masa. Poco después de eso, se encontró una gran masa de cuerpos mutilados donde la comunidad de seguidores del Viajero había formado su asentamiento en la ciudad.

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La mayoría de la gente entiende este final de la historia como ejemplo de “final perfecto”, pero los niños que vivían en esa utopía no tenían culpa de nada. No fue culpa suya que sus padres estuvieran locos. Pensar en esos niños me incomoda.

Después de observar el panel de madera durante un rato, lo recogí. La policía no había buscado en su casa. Ni la madre de Kara, Eileen, había indagado a fondo en ella, o había descubierto esto y no había dicho nada para evitarle a la familia la vergüenza. A pesar de la sangrienta reputación de los seguidores del Viajero, aún hay algunos retazos de ellos que aparecen de vez en cuando. Ya escuchasteis cuando descubrieron lo de los pequeños grupos de personas que se reunían en almacenes abandonados para rezarle al gran orbe. Ya no ha habido ningún otro asesinato con tintes religiosos por parte de los seguidores del Viajero, o al menos no que yo me haya enterado. Pero aún así, admitir que se pertenece a los seguidores del Viajero es como decir que perteneces a una secta violenta y con culto a la muerte. Era digno de admiración para un grupo muy reducido de personas. Para el resto era simplemente horrible.

La placa estaba hecha finamente, los detalles del carvado habían sido hechos por una mano cuidadosa, y la madera había sido cuidadosamente limada y pulida. Era pesada y robusta. Dejé el panel en el escritorio y seguí buscando por el resto de la casa. Por suerte, no encontré nada más.

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Estaba cansado y no tenía ni idea de qué demonios hacer. No quería dejar el panel de madera ahí y tampoco quería llevarlo conmigo. Medité sobre ello mientras paseaba por el salón de Rupert. El apartamento había sido su dominio privado, pero ya no lo sería nunca más. Un puñado de personas tenían acceso a este sitio ahora, sin embargo el pequeño recuadro de madera no había sido descubierto hasta ahora. Sin embargo, iba a ser descubierto muy pronto. Decidí llevármelo. Necesitaba averiguar más acerca de esta cosa y de Rupert.

Volví al estudio y recogí el panel de madera del escritorio. Lo encajé dentro de mi abrigo y permaneció ahí sin problemas cuando lo sostuve con la mano por debajo. Apagué las luces y estaba abriendo la puerta para irme, pero se me ocurrió otra cosa: llevando esto conmigo estaba pasando la oportunidad de dejar que esto fuera problema de otra persona el decirle a Kara que su tío era probablemente miembro de un extraño grupo religioso. Paré y cerré los ojos. Cuando la tentación de huir del problema se había ido, dejé el apartamento, asegurándome de que la puerta estaba cerrada tras de mí.

Cogí un taxi para volver a mi oficina, que es también donde vivo. Con el bloque de madera poco a poco calentándose contra mi costado mientras lo mantenía bajo mi chaqueta. Casi se funde con mi cuerpo para cuando llegué a la privacidad de mi oficina. Lo escondí en un lugar seguro de mi mesa. Puse el bloque de madera bajo la pistola completamente ilegal dentro de la caja fuerte. He sido policía demasiado tiempo para saber que hay momentos en los que es mejor ser juzgado que apaleado, así que mantengo la pistola cerca. La caja fuerte guardaba aquella noche pruebas suficientes para condenarme por criminal y para ganarme una reputación como fanático mentalmente inestable.

El sueño vino en algún momento, no sin que antes mi cerebro terminase exhausto por conversaciones imaginarias con Kara. Mi alarma me despertó antes del amanecer. Disfruté de uno de esos momentos en los que durante unos minutos, tumbado en la cama, no eres consciente de todos los problemas de ayer. Estaba en la ducha, despertándome con el vapor del agua caliente, antes de que mi cerebro empezase a recobrar los mismos problemas una y otra vez. ¿Qué le diría a Kara? ¿ Por qué Rupert tenía ese panel de madera? ¿De dónde venía? ¿Lo sabía alguien? ¿Tuvo alguna conexión con su muerte?

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Al parecer, la ducha caliente sacudió algo nuevo porque de pronto hice una nueva conexión. Domingo Gutierez t.w.c., también conocido como Padre Domingo. De pronto era descaradamente obvio que “t.w.c.” eran las siglas que Rupert utilizaba para el Culto de Adoración al Viajero ( Traveler Worship Cult). Mis ojos se abrieron de golpe y golpeé la pared de la ducha de pura emoción. De pronto había una razón para que Rupert tuviera un icono de los seguidores del viajero que no lo convertían en un miembro peligroso de culto.

Habría estado investigando la persona a la que pertenecían diferentes propiedades que habían pertenecido una vez al Padre Domingo.

El Padre Domingo había sido, quizás, miembro o incluso líder de los Seguidores del viajero. Las andanzas con su nombre encajaban con el momento en el que el grupo había estado en la ciudad. También encajaba que los devotos religiosos entregaran tierras a su iglesia a través de uno de sus líderes.

Sabía por las notas y los ficheros de Rupert que no se había fiado de los registros cuando estuvo investigando los títulos de las propiedades. Salió y buscó por su cuenta, investigó el tema e hizo fotografías. Habló con gente sobre la historia de la zona y cómo se hizo con ella. Puede que encontrase el trozo de madera mientras estaba investigando por la zona que un día fue del Padre Domingo. Toda esa zona era parte de un parque industrial ahora.

El complejo manufacturero del ejecutor Hideo estaba absorbiendo ese área para expandir su producción de plastiacero.

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Me las arreglé para salir de la ducha y vestirme mientras le daba vueltas a todo. Supuestamente tenía que quedar con una mujer que sospechaba del repentino ajetreo de la agenda de su pareja, que a veces la dejaba con un perfume desconocido.

Necesitaba encontrar más acerca del Padre Domingo para ver si podía confirmar que era Domingo Gutierrez, si tenía conexión con los Seguidores del Viajero, y si había vivido en la ciudad en el momento en el que el grupo había estado activo y era popular. Necesitaba ir a los sitios que habían sido propiedad del Padre Domingo y ver qué había allí. Y por último, necesitaba conseguir una copia del informe policial de la muerte de Rupert. Leerlo después de esta nueva conexión con los Seguidores del Viajero podría dar forma a algo nuevo.

Me senté ante el terminal de mi escritorio y saqué las imágenes que había grabado de las andanzas de ayer del Padre Domingo, obviando un par de notificaciones del sistema primero.

La tarde de ayer, cuando empecé a sospechar que el Padre Domingo y Domingo Gutierrez eran la misma persona, grabé sus actos con mis ojos electrónicos y los envié directamente al terminal de mi oficina. Saqué un mapa de la ciudad y empecé a investigar dónde estaba exactamente la propiedad del Padre Domingo.

Cuando tuve el mapa mascado con todas las localizaciones que habían sido de su propiedad, me lo envié a mi terminal de bolsillo. Antes de apagar, le envié una rápida nota a Kara, diciéndole que estaba trabajando en la investigación y que la llamaría pronto. Cogí mi chaqueta y mi gorro y cerré la puerta.

Mientras andaba hacia la cafetería por la calle, hice un par de llamadas con mi móvil. Cambié la cita con la esposa que sospechaba. Afortunadamente el aplazamiento también le venía bien a ella; que había tenido un imprevisto en el trabajo y que iba a llamarme para ajustar la cita. Suerte la mía. Mi siguiente llamada fue al Sargento Abu Zeram.  

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  • Hey, Sargento. ¿Cómo va?
  • Viviendo un sueño, Bird. Tercer turno de noche ayer.

Comprobé la hora. – Lo siento, tío. Te he despertado, ¿no?.

  • Nah, tuvimos una llamada a las 4 am. Desagradable. Marido y mujer gritando, niños llorando, ambos padres estaban heridos y ambos perjuraban que el otro había golpeado primero. Ambos estaban borrachos y drogados; con dos niños, pequeños. Los arrestamos a ambos, por supuesto. Dejemos que el juez decida quién de los dos tiene la razón. La mujer empezó a gritar que quién iba a cuidar de sus hijas cuando la encerrásemos. Nos rogaba, diciendo que todos los suyos están muertos y que los allegados de su marido no querían saber nada de ellos. Le expliqué todo acerca de los Servicios Infantiles y que cuidarían de sus hijos y se quedó muy callada y pensativa durante un par de minutos. – Abu se calló también. Yo sólo escuchaba sin decir palabra. Sospechaba lo que venía ahora. – Así que, de pronto dijo que su madre estaba viva, que había mentido y que estaba muy arrepentida. Que por favor llamásemos a su madre para que recogiera a los críos. ¿Qué opinas, Bird, chico?
  • ¿Comprobaste si los niños estaban heridos?
  • Eso fue exactamente lo que hice. Ella no quería que los Servicios Infantiles se involucraran porque les harían una comprobación médica. Si no podía utilizarlos para su propio beneficio y escapar del arresto, no quería que el sistema los vigilara de cerca. Así que, comprobé a los críos. Ambos, un chico de seis y una chica de siete años, tenían marcas de cinturones en la espalda y en las piernas.
  • Así que, en ese momento empezamos a buscar cargos para acusarlos de abuso infantil en vez de una investigación sobre una mera disputa doméstica. Todo el tema subió de nivel. Ya sabes cómo va. Intentaba decidirme entre romperle los dedos al padre y a la madre o cerrar e irme a casa.

Gruñí – Probablemente lo mejor era irse a casa, Sargento. Suena como que has tenido una noche muy dura.

  • Si, mejor. ¿Me has llamado sólo para oír mis quejas?

Le expliqué lo que necesitaba y Abu me dió una apropiada cantidad de penurias sobre lo que es ser un civil maldito, y peor que eso, un civil maldito que pretende ser policía, antes de aceptar ayudarme. Estaba volviendo a casa, pero dijo que volvería al puesto sobre las seis de la tarde y que me enviaría una copia del informe entonces. Se lo agradecí y le apalabré cerveza y favores sexuales. Lo declinó diciendo que ya se había curado de una enfermedad venérea y que no quería otra. Ambos nos reímos y colgamos.

En realidad, conseguir el informe no era algo sobre lo que reírse. Si el capitán de Abu descubría que había enviado un informe de asesinato fuera del departamento de policía (ni siquiera los familiares del difunto tienen acceso al documento entero), mi viejo sargento se enfrentaba a un castigo formal dentro de su propio archivo.  Una degradación era más probable. Abu sabía todo eso y aún así no había dudado en ayudarme.

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La cafetería me surtió cafeína y un bizcocho de salchicha. Podía andar hacia “las tierras de Domingo” como las estaba empezando a llamar, pero decidí llamar a un taxi para llegar lo más rápido posible. El área que iba a investigar ese día tenía unos 20 km cuadrados.

Acabé recorriendo cada uno de esos 20 km cuadrados. Algunas zonas estaban valladas, pero no había nadie alrededor. El sitio había sido demolido parcialmente para prepararlo para una nueva construcción, pero aún quedaban estructuras. Había antiguos almacenes, tiendas, casas de vecinos abandonadas, y parkings. Esperaba encontrarme con algún artefacto de los Seguidores del Viajero en alguna parte, pero no tuve suerte. Anduve todo el día por ese desierto de la Última Ciudad, escuchando el sonido de los tractores yendo y viniendo cerca del río donde las instalaciones de Hideo estaban en pleno apogeo.

La mayoría de las calles estaban organizadas en cuadrícula, eso significa que la mayoría de los edificios tenían entradas en los puntos cardinales. Sobre las cuatro de la tarde, noté que un edificio era diferente. Estaba orientado en ángulo, con su entrada principal de doble puerta mirando al nordeste. Era un edificio viejo y derruído que apenas se tenía en pie. Las puertas seguían abiertas, y cuando entré asusté a un manojo de cuervos. Los pájaros volaron a través de una ventana grande y redonda al final de la parte opuesta a mi del edificio.

El edificio estaba en un risco que le permitía tener una vista impecable del complejo manufacturero Hideo tras el río. Sólo había una habitación vacía dentro. Cuando estabas de pie en el centro de la habitación, el Viajero se veía perfectamente a través de la ventana circular. Supuse que habría hecho falta un carpintero experto para enmarcarlo tan exactamente en la ventana circular. Mirándolo desde esa ventana por la mañana, el Viajero tendría que brillar como un diamante con la luz del sol naciente.

La sensación de inquietud empezó a apoderarme de nuevo. El sentimiento de andar por los pasos de un hombre muerto. Desde que lo había visto, sabía que éste no era sólo un edificio abandonado. Parecía una iglesia. Excepto que, si estaba en lo cierto, esta iglesia había sido donde los Seguidores del Viajero habían matado a personas como tributo a su dios.  

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5 Comentarios
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Wolfskyy

Excelente, cada capitulo me va atrapando mas,esperando con ansias el siguiente capitulo.

juanan2306

Me encanta,esperando el 6º

RickyxTheNobody

Iba a dejar de leerlo, menos mal que no lo hice, es muy buena esta historia. Gracias por el post 😉

PanchoLoco

Como cambia la historia a esperar por el otro 🙂

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