La Última Ciudad (Relato de ficción) Capítulo final

Cuando me apeé del jet que venía de la Torre, no tenía ni idea de qué hacer. Tenía una diana en la espalda. Y lo que era peor, cualquiera al que yo hubiera involucrado hasta entonces tenía la misma diana. Quizás lo más frustrante era no saber porqué. Frené mis pasos, los motores del VTOL hicieron ondear mi traje, y alcé la mirada hacia la Torre. «La próxima vez que te vea, Kvioh, te lo preguntaré. Te preguntaré: ¿por qué?

Sólo había una forma de salir de esta situación. Tenía que ir a la ofensiva. Ni Rupert ni Balan sabían a lo que se enfrentaban, o siquiera que estaban en peligro. Mi ventaja era que sabía no sólo que iba a tener pelea, si no con quién tenía que pelearme.
Puede que hubiera poco tiempo para planear el ataque, pero conocía un grupo de hombres y mujeres entrenados que también debían su vida a Balan. Ponerme en contacto con los miembros de ART que habían estado conmigo el día que me quedé ciego me pareció un buen punto de partida. En estos comienzos del plan, tuve otra idea. Había una parada que necesitaba hacer antes de empezar a contactar con personas que me ayudasen a acabar con Kvioh. Eliminar a un Guardián iba a requerir una repentina y abrumadora fuerza, y adivinaba dónde podría encontrarla.

Su información de contacto estaba en mi móvil.
– ¿Señor Malhotra? Necesito hablar con usted, ahora mismo. ¿Está en la oficina?-

– Si, Henry. Estoy aquí. ¿Recuerdas cómo llegar?-

– Si, señor. Estaré allí en veinte minutos. –

Mientras transfería lumen al taxi automático recordé cómo me preocupaba la manera de gastar el día anterior. El tiempo de ahorrar había pasado, ahora necesitaba velocidad. Es divertido ver cómo cambian las cosas en pocas horas.

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La oficina de finanzas del señor Malhotra no había cambiado nada. Las mismas puertas dobles de cristal en el frente del edificio. «Día Lluvioso Finanzas Co.» seguía adornando la parte de arriba de las puertas con letras blancas. El interior de la oficina estaba vacío hasta que el Señor Malhotra salió desde atrás para darme la bienvenida. Me señaló una silla frente a uno de los dos escritorios que había en el lobby. Después de ofrecerme un café, el señor Malhotra se sentó al otro lado del escritorio. Reconocía el ritual. Me esta tratando como un cliente potencial.

– ¿Qué tipo de ayuda necesitas, Henry?-

– Necesito el acceso a algunas armas. Alquien quiere hacerme daño, y necesito protegerme. De hecho, necesito suficientes armas para surtir a ocho personas. La persona que viene a por mí es… bastante peligrosa. –

Mi ex jefe se recostó y tamborileó con los dedos de la mano derecha en el brazo de la silla.
– Llevo mi negocio de acuerdo a las leyes, Henry. Lo sabes. Has trabajado para mí. Realmente, es un poco insultante que hayas podido venir aquí a preguntarme algo así. Si estás en problemas, deberías ir a la policía. Otra cosa que ya deberías de saber. No creo que pueda ayudarte.
– Señor Malhotra, ha ayudado a todo tipo de personas a lo largo de los años. Usted y yo sabemos que algunas veces la ley no puede ayudarle. Algunas veces debes de ayudarte tú mismo. El tipo de problemas que me persiguen… – Callé, me cubrí la cara con ambas manos, y suspiré de frustración. – No puedo siquiera explicarle nada sin ponerle en peligro. –

Cuando volví a mirarle, la expresión normalmente relajada del Señor Malhotra se había convertido en verdadera preocupación. – Veo que estás realmente abatido. Dime qué está pasando. Te ayudaré si puedo.

Quería agradecérselo y salir de allí, pero no tenía otra manera de conseguir las armas que iba a necesitar. Incluso si el Equipo de Respuesta Armada aceptaba ayudarme, algo que pensaba que harían, no habría manera de que se hicieran con las armas del departamento de policía sin pasar por capas de solicitudes y aprobaciones administrativas. Aunque estaba seguro que la amenaza era real, lo que realmente conocía y podía probar no se acercaba siquiera a una causa probable para una respuesta oficial de la policía. Contarle todo al señor Malhotra lo pondría en peligro, pero no iba a ayudarme a cometer múltiples delitos sin saber porqué era necesario. 

– Esto le sonará a locura, pero es la verdad. Una Guardiana asesinó al tío de mi esposa. No estoy seguro del cómo, pero se las arregló para que un tren Maglev lo arrollara. Lo asesinó porque había descubierto información secreta de la secta de los Adoradores del Viajero. Dos cazadores que se autodenominaban los Pastores tenían algo que ver con los Adoradores del Viajero y, sospecho, con su desaparición. Cuando le pregunté a otro Guardián , Balan, el que me salvó cuando me quemé los ojos, para conseguir información sobre los Pastores, murió horas después. El nombre de esta Guardiana es Kvioh. Creo que está siguiendo mi investigación tras los pasos de Rupert. Estaba con Balan cuando murió. La vi en el funeral y la forma en la que me miró, podría asegurar que me conocía. Por alguna razón, no quiere que nadie sepa nada sobre los Pastores. Soy el siguiente en su lista, señor Malhotra. Usted me conoce, no soy un paranoico de las teorías conspiradoras dramáticas. Estoy en peligro y necesito su ayuda. –

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– Redacta lo que acabas de contarme. Cuéntaselo a la policía. Cuéntaselo a la Vanguardia. Eres un hombre de la Nueva Monarquía, cuéntaselo a ellos. El albacea Hideo tiene relaciones comerciales con los Guardianes todos los días. Sabrá cómo ayudarte.

Negué con la cabeza.
– Sólo tengo los datos evidentes para contarte esto, pero no es suficiente para probarlo. La humanidad no existiría hoy en día de no ser por los Guardianes. No puedo ir acusándolos de matar civiles, no sin pruebas suficientes. No tengo tiempo de recabar más pruebas. viene a por mí. Supongo que tengo, a lo sumo, un par de horas más. –

El señor Malhotra respiró profundamente por la nariz, asintió y se levantó. Me levanté también.
– De acuerdo, haré lo que me pides. Vuelve en una hora, para entonces habré podido reunir algunas armas. Mi primo es ejecutivo en Tex Mechanica. No le gustará que se lo pida, pero no le dirá que no a la familia.

Se me atascó la voz cuando le di las gracias y le estreché la mano, estaba tan agradecido que apenas podía respirar. El señor Malhotra se limitó a asentir y guiarme hasta la puerta. – Vete – Me dijo. – Encuentra algunos amigos que te ayuden. Me aseguraré de que no lleves cuchillos a un tiroteo. 

Estaba abriendo una de las puertas dobles para irme de la oficina cuando el señor Malhotra me llamó. Me giré, dejando la puerta abierta a mi espalda. – Acabo de tener otra idea. En lugar de enfrentarte a la Guardiana, hazlo público. Pon todo lo que sabes y lo que sospechas, en manos de los medios de comunicación. No puede cargarse la ciudad entera. –

Mi mandíbula se abrió. Me di cuenta de que probablemente estaba en lo cierto. Darle toda la información a los medios haría público todo esto. El periódico le daría credibilidad a lo que decía, y las noticias saltarían sobre el punto de vista de los Adoradores del Viajero. Me convertiría en alguien demasiado famoso como para matar, incluso si moría accidentalmente, lo único que haría sería darle aún más crédito a mi historia. Mi cerebro testeó la idea desde todos los puntos de vista. Además, me automaldecí por no haber caído en ello hacía horas. Había estado tan enfadado por la muerte de Balan que no había podido pensar con seriedad. La puerta comenzó a cerrarse cuando me volví para entrar en la oficina. Algo zumbó rozando mi oreja y el escritorio del señor Malhotra explotó. 

Grité algo sin sentido y me eché atras evitando un chorro de sangre que me acertó en la cara desde el otro lado de la habitación. El señor Malhotra giró hacia atrás y calló al suelo. Cuando llegué hasta él, la sangre le salía de la espalda y el pecho a chorros. Le dije que respirara mientras apretaba las heridas.  La de las espalda era más grande que mi mano. Me pareció que tardó mucho tiempo en morir, pero fueron probablemente un par de segundos. No pudo mirarme mientras moría. Alguna parte de mi cerebro lo agradeció.

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Ella estaba acercándose. Necesitaba conseguir ayuda. Mi móvil casi se resbala de mi mano. La pantalla ponía: Sin Conexión. ¿Sin conexión? Eso no me había pasado antes en ningún lugar de la Ciudad. Kvioh debía haber encontrado una forma de bloquear la señal. Me separé del cuerpo del señor Malhotra y me adentré corriendo en la oficina. Las puertas de la entrada se abrieron de golpe tras de mí. Corrí más rápido.

Diez pisos de escaleras hasta el tejado. Mis piernas y mis pulmones llevaban quemándome desde el quinto piso. Cuando reconocía el sonido de pasos tras de mí bajo mi agitada respiración, encontraba más fuerza para seguir subiendo.

La puerta del tejado era tipo escotilla; tuve que empujarla para abrirla. Me giré nada más salir y encajé de nuevo la puerta. La cerré con un estruendo enorme. Había un jardín en el tejado. tuve una suerte enorme, porque quien fuera que cuidara el jardín, había instalado también un enorme bastidor con bidones para recoger el agua de lluvia. Eran cuatro bidones como yo de altos llenos de agua, justo a la derecha de la escotilla.

Tiré del bastidor, poniendo ambas manos en la parte de arriba, y me sorprendí de que aquella cosa apenas se moviera. Miré al suelo y me di cuenta de que el bastidor estaba clavado al suelo. Tenía sentido, nadie quiere que el viento haga caer esta cosa. No había otra cosa que hacer: clavé mis pies y tiré con todas mis fuerzas. El bastidor era pesado, de metal, y sentí que me rompía el hombro mientras tiraba de él, pero los clavos dieron de sí con un chillido infernal. Todo el bastidor, los bidones de agua y yo, caímos sobre la escotilla. Los bidones cayeron, resonaron y se vertieron, pero no se vaciaron. Había algunos llenos de agua de lluvia en la cima de un montón de tuberías. 

Estaba gruñendo e intentando quitarme de encima el bastidor cuando un estruendoso golpe sacudió desde abajo toda la estructura de metal y el agua. Mi visión estaba turbia cuando me levanté. No sabía si por estar exhausto, por el dolor o algún fallo en mis ojos electrónicos. La pantalla del móvil apenas podía leerla. Finalmente, me di cuenta de que era por que estaba manchada de sangre. Tras frotarla con la camiseta, vi que seguía sin conexión.

– ¡Ayuda! – Grité. Los últimos retazos de un bello atardecer iluminaban al Viajero. Una estampa preciosa. Al menos iba a morir con una bonita vista de La Última Ciudad.

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La escotilla volvió a resonar, pero no se abrió de golpe. Me giré y miré hacia la Torre. Mis ojos escanearon rápidos el tejado en busca de otra idea.  Había una antena de tres metros de alto en la esquina del edificio. Algunos transmisores de ondas más pequeños estaban instalados en ella. Troté hacia la antena, haciendo algunos ajustes en el móvil y me apoyé en el borde del tejado.
Mi concentración estaba focalizada en el móvil, así que no me había dado cuenta del tiempo que hacía que no escucha nada. Cambié el terminal de la mano izquierda a la derecha, manteniéndolo seguro, y me volví hacia la escotilla. Kvioth estaba mirándome.
De alguna manera, se las había ingeniado para abrir sigilosamente la escotilla aunque hubiera cientos de kilos de peso encima. Estaba allí de pie, con su cabeza, hombros y torre visibles, sosteniendo la puerta con una mano mientras las piernas seguían en la escalera. No me dio tiempo a retroceder antes de que un cuchillo se clavara en mi pecho.

Lo sentí como si me hubiera golpeado una roca. El impacto inicial me dolió, pero por alguna razón la herida no fue dolorosa al instante. Conforme andaba hacia atrás, mis pies y piernas dieron con la parte baja del borde del tejado. Hubo una pequeña pugna contra la gravedad cuando intenté no caerme al vacío desde el tejado. Batalle que gané, y quedé de pie, aunque apoyado contra la pared. Noté algo caliente resbalando por mi espalda. sangre, supuse. El maldito cuchillo era grande, debía haber traspasado todo el pecho y ahora me estaba desangrando por la espalda.

Mis brazos se habían movido buscando el equilibrio cuando el cuchillo me golpeó, así que tuve que reajustar el móvil de nuevo y volver a ponerlo en la dirección correcta otra vez. Tenía mi codo izquierdo en el borde de la pared y los pies clavados en el suelo. Estaba saliendo bastante sangre de mi camiseta. Todo lo que podía hacer era esperar y ver cómo Kvioth paseaba ante mi, tomándose su tiempo. Cerré los ojos y me despedí de Kara y David. 
Cuando abrí los ojos, estaba de pie frente a mí.

– ¿Por qué? – Mascullí.

Aquellos impactantes ojos verdes me miraron minuciosamente. Mi respiración agitada, el cuchillo atravesado en el pecho. Su expresión era plana, pero en lugar de simplemente matarme, debió decidir que al menos me merecía una respuesta.
– Por que somos pastores. Tu eres la oveja. Algunas veces hay que reducir el rebaño, por el bien del resto.-
– Vete al infierno.-

Negó con la cabeza. – No hay ningún Infierno. Adiós. –

¡Kvioh! ¡¿Qué estás haciendo?!-

Estaba alcanzando el cuchillo, pero se giró hacia donde sonaba la voz, tras ella. – Giovanni. Empieza a limpiar abajo. Acabaré con él y bajaré el cuerpo. Ya veremos qué hacer luego.

Era el guardián de pelo oscuro y aspecto natural que había estado con Kvioh en el funeral. Por supuesto: el segundo pastor. Estaba furioso, moviendo las manos exageradamente, todo lo contrario a la calma mortal de Kvioh.
-¿Limpiar? ¡No debería de haber nada que limpiar! Deberías de habérmelo contado antes de venir. Podríamos haber planeado algo. Otro accidente. Ya viste como puse la cuerda en el poste de la luz. Fue un tiro limpio. El abogado se quedó perfectamente atrapado en las vías. Podríamos haber hecho algo parecido. No este desastre.
– No podemos esperar siempre, Giovanni. Algunas veces hay que actuar. Nunca sabes cuándo atacar, por eso estoy aquí.
Y tú nunca sabes cuándo frenar. ¿Cómo vamos a limpiar esto? ¿Cómo sabes que no ha llamado ya a alguien?

– Mi Espectro está bloqueando la señal de su móvil. No ha hecho ninguna llamada o mandado ningún mensaje. Puedo planear tácticas cuando creo que es necesario.

El sol se había ocultado por completo. Sólo un reflejo rojizo quedaba en el horizonte. Cada vez resultaba más complicado respirar. El aire me picaba en la garganta, y mi pecho ardía. Pequeños gruñidos se me escapaban con cada respiración. Esperaba que todo se fundiera a negro lo antes posible.

Kvioh y Giovanni seguían discutiendo. Debajo nuestra, se escuchó el lejano sonido de un VTOL. Kvioh se giró hacia mí. – Puedes sermonearme luego. Tenemos un problema. He matado al jefe, el que estaba probablemente al frente de toda esta investigación. Ahora, este de aquí tiene que morir, y ese será el fin de todo esto. –

Levantó un enorme revolver. Rechiné mis dientes y me resistí a cerrar los ojos. No le daría esa satisfacción. Algo pesado calló en el tejado entre Giovanni y Kvioh. Cuando Cayde-6 se puso de pie pude ver sus ojos azules brillando en la noche. Dejaba un resplandor conforme paseaba la mirada de mí, a Kvioh y Giovanni.

Guardo mis sentimientos bajo una chapa muy dura, pero los guardo.
Kvioh se había vuelto para mirar a Cayde y se había agachado cuando lo escuchó caer en el tejado, pero no había disparado. Giovanni había retrocedido, pero no hizo ademán de desenfundar el arma. – Cayde – Dijo él, con una mezcla de alegría y miedo – estás aquí. Los tres Pastores juntos de nuevo. Me alegro de verte.

Los tres Pastores. Mal jugado. Había pedido la ayuda incorrecta. Había podido enviar una señal gracias a una línea directa con las transmisiones de microondas desde mi terminal hacia el transmisor de la antena que tenía al lado mía en el tejado. Había enlazado mis ojos directamente con mi móvil y transmitido al contacto que Cayde-6 me había dado. Solté una risa en forma de tos. Lo siento, Kara. Hice la llamada errónea. 

Cayde no habló. Se puso de pie y volvió a mirar a Kvioh. Todo se descontroló. Empecé a temblar.

– ¡No! – Gruñó Kvioh y levantó su arma.

Cayde fue tan rápido. Nunca había visto nada tan rápido. La luz explotó en sus manos, la legendaria Arma Dorada. Había oído hablar de ella, pero nunca esperaba poder verla. Los Exos son máquinas, o al menos son seres hechos con máquinas. Hay todo tipo de Exos que desempeñan todo tipo de trabajos. Parecía que Cayde-6 fuera una máquina pensada, diseñada y construída por y para lo que hizo en ese preciso momento, en aquel tejado. Sólo para eso.  Disparó a Kvioh antes incluso de que terminara de sacar la pistola. Explotó en una preciosa combustión de plasma dorado. Durante medio segundo su cuerpo estuvo ahí, rodeado de partículas excepcionales, y luego se esfumó. Giovanni tuvo una fracción de segundo más para reaccionar. Tuvo el tiempo suficiente para sacar el arma y apuntar en la dirección correcta. Cayde le disparó también.

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Los espectros de los Pastores muertos aparecieron y sobrevolaron los cuerpos de sus amos caídos. Cayde corrió hacia mí. La pistola resplandeciente brillaba mucho, pero no parecía emitir ningún calor. Qué pena; estaba helado. Se arrodilló a mi lado. – Hay médicos técnicos en camino. Querían venir conmigo, pero les hice esperar hasta limpiar el tejado.

Vagamente, asentí. Me notaba desfallecer. El Cazador de la Vanguardia se alejó de mí. – ¡No lo hagas, espectro!
El espectro de Giovanni observó a Cayde, y luego pareció tomar una decisión. La forma del cuerpo de Giovanni empezó a aparecer. Una luz azul  pareció incorporarse de la nada. El Arma Dorada disparó la última bala, y la destrozada máquina atravesó el tejado de golpe. La silueta de Giovanni desapareció.
Cayde apuntó a lo que quedaba del Espectro del compañero de Kvioh. – No me pongas a prueba. 

– Si, señor. Quiero decir, no, señor. – Respondió.

– ¿Eres un Pastor? – Susurré entre gruñidos.
– Lo fui. Hace mucho tiempo. Los tres, trajimos muchos peregrinos a lo que empezó a convertirse en la ciudad. Nunca pensé que llegaría a esto. –

Finalmente me desmayé sin saber si se refería a sus amigos o a la ciudad.

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Me desperté. Herido y con la boca más seca de lo imaginable. Por experiencias anteriores, me di cuenta de que estaba en la habitación de un hospital. Después de todo, soy un detective. Cayde estaba sentado en la habitación, mirándome. 

– ¿Agua? – Pregunté.
– Oh, sí, por supuesto. – Se apresuró a por una jarra y vertió un poco en un vaso de plástico para me. Me las arreglé para concienciarme de dar sólo un pequeño sorbo. Mi pecho estaba raro y elástico, como si no fuera una parte de mi. A pesar de eso, una parte de mi sabía que no querría correr el riesgo de toser.

– Es divertido – Dijo Cayde – después de un tiempo dejas de echar de menos estar hambriento o sediento. Sigues comiendo algunas veces, pero ya no he tenido la urgencia fantasma de comer o beber desde hace muchos años. Estaba equivocada.

El cambio de la conversación me pilló totalmente desprevenido. – ¿Quién estaba equivocada?

– Kvioh. Dijo que no había Infierno.-

– ¿Cómo lo sabes? Mis ojos no transmiten audio.-

– Mi espectro sabe leer los labios. Me lo tradujo. –

– Así que, ¿hay Infierno?.-

– Oh, sí. Está dirigido por un tío llamado Variks. Creo que va a pasar bastante tiempo allí. El rest de su vida, probablemente. La Vanguardia tendrá que convocar un tribunal y hacerle un juicio, pero gracias a tí, las evidencias son abrumadoras. –

– A matado gente. Civiles. No es sólo cosa de Guardianes.-

– Lo sé. Ella y Giovanni mataron a Rupert Dillon, Balan Riordan, Stephen Malhotra e intentaron acabar contigo. Es peor que eso, realmente. Hablé con ella mientras estabas inconsciente. Mataron también a todos los Adoradores del Viajero, y utilizaron sus cuerpos para que parecieran rituales llevados a cabo por los Adoradores del Viajero.

Me quedé pasmado. Denise, la autora del diario. Asesinada por los Guardianes que creían que la protegerían. Lo siento, pequeña.

Cayde asintió. – Si. Es más que atroz. Tenían miedo de que la humanidad se estuviera transformando, como los Caídos. Adoran al Viajero como a un dios y de muchas maneras esto los cegó. Tengo además la impresión de que a Kvioh no le gustaba verse como un sirviente del Viajero para ayudar a la humanidad. Ese era gran parte del dogma de los Adoradores del Viajero, y estuvo tomando importancia hasta que los Pastores lo pararon. Ella y Giovanni piensan que los guardianes son la última y más poderosa expresión de la Luz. Energía concentrada en un cuerpo con voluntad propia. Para Kvioh, ella es el final de todo. Los Adoradores del Viajero atrajeron a muchas personas con la idea de que los Guardianes significaban mucho más que el final. –

Guardians
– Debería de haberlo intentado aquí, en la Ciudad.

Cayde asintió. – Lo entiendo. Y quizás estés en lo cierto. Pero ¿dónde la retendrías antes de que fuera condenada? ¿Qué cárcel podría encerrarla? ¿O debería de ajustarse la pena de muerte para los guardianes?-

Pensé en ello por un minuto y negué con la cabeza. – No lo se. Por encima de mis posibilidades, supongo. La Vanguardia y las facciones podrán con ella por lo que tengo entendido. Dejando eso al margen, gracias. Me has salvado la vida.

Ahora fue Cayde quien negó con la cabeza. – No me lo agradezcas. Es mi trabajo. No soy un Adorador del Viajero, pero se lo que un guardián debe hacer. Ah, tu esposa estaba aquí hace un rato. Dijo que volvería. Voy a ver si la encuentro.

– Es mi ex mujer, realmente. –

El cazador se encogió de hombros. – No es lo que ha dicho, pero bueno. – Caminó hacia la puerta. Cuando se movió, vi una olla de lasagna en la mesa cerca de la ventana.

Fin. 

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PanchoLoco

Otro final feliz:D .Lamentablemente todo lo bueno tiene que terminar 🙁 igual exelente trabajo como siempre.Y espero que traigan mas historias de este tipo 😀

German Martinez

Demasiado bueno, me gusto mucho la historia.
¿Donde hay mas cap?

EricCISF

German este es el final de esta historia, próximamente les traeremos una historia nueva.

CrazyShaneTheWall

Muy divertido! Aprecio mucho este tipo de contenido, y espero ansioso más relatos fanmade de este tipo.

_OzricMX_

Excelente, ojalá haya una segunda temporada.

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