La Última Ciudad (Relato de ficción) – Capítulo 7

Esto es estúpido. Me van a matar. No puedo creer que vaya a hacer esto. – Normalmente no hablo solo, pero se por mis días como policía que si cruzas la línea equivocada sin seguridad, arriesgas tu vida. Las personas somos territoriales. Nos gusta sentirnos a salvo entre colegas, y cuando un intruso mete las narices en un territorio que no le pertenece, puede perder convenientemente su nariz.

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Suspiré y miré a la señal de madera que colgaba sobre la puerta. Llevaba el nombre de «El Segundo Pilar«. Una imagen de un pilar y una jarra de cerveza aparecía al lado del nombre. Negué con la cabeza, y entré dentro del bar de Titanes.

He leído por la noche y, tan pronto como he acabado el libro, he enviado un mensaje a Balan preguntándole si podría quedar con él. Después de enviarlo, me he dado una ducha y calentado un almuerzo precocinado. Esa mañana tenía la cita con el cliente que había dado largas ayer: la mujer que sospechaba. La cita fue bien, aunque sólo la escuchaba la mitad de mi cerebro. El cansancio empezaba a aparecer, así que durante la mañana me bebí dos tazas de café y tomé más notas de las que realmente eran necesarias, sólo para mantenerme activo.

En la poca experiencia que tengo en este trabajo, ya podía decir que la esposa estaba probablemente en lo cierto, su esposo la engañaba. No dije eso, sin embargo. Sólo le prometí indagar y volverme a poner en contacto con ella en dos días con lo que hubiera encontrado.

Había una respuesta de Balan esperando en mi terminal. Iba a estar en Marte esa mañana, pero planeaba estar en su bar favorito de la Ciudad esa tarde y dijo si le podría ver allí. Su mención del viaje a Marte y la idea de quedar con él en un bar repleto de armas vivientes increíblemente poderosas me dejaron perplejo durante un par de minutos. Tenía conocimiento de que una vez humanos normales habían viajado y vivido en Marte. Mi generación fue la primera, tras el Colapso, para tener más que un nivel de vida basado en subsistir. Mucha gente considera mi generación una casi indignamente afortunada debida a todo el confort que damos por sentado. Una vez, sin embargo, he podido tomarme una copa en Marte o Venus sin problemas. Estar pensando en todo lo que hemos perdido me pone furioso y triste si lo hago durante mucho tiempo, así que tiendo a concentrarme en lo que tuve, no en lo que la humanidad debió haber tenido.

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La quedada en el Bar de Titanes era algo por lo que preocuparse mucho más. Balan no quería hacerme daño con la invitación, al menos no creo que lo pensara. Quizás sólo estaba siendo ingenuo acerca del recibimiento que iba a tener. Cuando creces empiezas a conocer a los Guardianes. Algunas personas llegan a conocerlos y trabajan con ellos en la Torre. Pero no socializas con ellos o intentas hacerte su amigo. Es como intentar ser amigo de un huracán. La idea suena guay, puede que incluso seductora. La realidad es que tantísimo poder dentro de un recipiente tan pequeño es muy peligroso para la gente normal, sin importar las intenciones de dicho recipiente.

Empecé a escribir una respuesta a Balan sugiriendo otro sitio para quedar y luego lo borré. Probablemente estaría ya pasando la Luna. Además, no quería parecer un endeble. Tendría que quedar con él en el Segundo Pilar.

Poniendo atención al reportaje de policía, cortesía del Sargento Zeram, estaba relleno de información que yo ya conocía. Había algunas fotografías horribles de los restos de Rupert que no había visto. Eran las fotografías y pruebas que no se les enseñan a la familia. Observándolas, tuve que recordarme que aquel tremendo daño significaba que no había sentido nada. Sólo una luz brillante, mucho ruido, y luego nada.

La investigación parecía hecha a conciencia y bien. Un esquema del barrio había descubierto una gran cantidad de gente despierta a aquella hora. Me sorprendió, porque yo siempre he tenido el sueño muy profundo. Trece personas afirmaron haber estado despiertas en el momento en el que el tren fatal llegó. Solo una persona dijo que estaba mirando por la ventana en ese momento: un chico llamado Devarius Scout. El apellido era un nombre de refugiado. Su familia se había especializado en el arte de la exploración, probablemente, para su grupo durante un tiempo en el yermo, antes de la Ciudad. Seguramente habría crecido rodeado de personas que se llamaban así mismos Pistoleros, Cocineros, Médicos, Carroñeros, Escopetas y Aguadores porque era el trabajo que ellos y su familia hacían. En ocasiones, sobrevivir es también dejar atrás lo que tenías antes, incluso tu nombre.

El señor Scout dijo que estaba leyendo y que miró a la ventana por la luz que daba el poste de seguridad de la intersección. Su ventana da a las vías y estaba muy cerca de la intersección. Sin embargo, no lo suficientemente cerca como para ver otra cosa que el tren pasar. No se dio cuenta de nada raro.

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Había muchas declaraciones parecidas a la del señor Scout en el archivo: nadie notó nada raro en el tren cuando llegó. ¿Por qué deberían? Ocurre todos los días, muchas veces al día. Así que me preguntaba por qué se había levantado y asomado a la ventana. ¿Iba a estirarse y quiso echar una ojeada fuera? ¿Le encantaban los trenes? Quizá solo estaba aburrido de su libro y quería un descanso. El informe del oficial era sólo un resumen de lo que el señor Scout había dicho. No se había grabado la declaración del testigo. El informe era difuso. A veces, algún detalle del testigo marca la diferencia. Otras veces, sólo resulta más morralla para el archivo. Escribí una nota con la dirección y el contacto de Devarius Scout y seguí leyendo.

Nada señalaba ni insinuaba que hubiera juego sucio en la muerte de Rupert Dillon. Esa fue la conclusión a la que llegué cuando acabé el informe. Los policías habían hecho un buen trabajo con la investigación. El esquema del barrio con los testigos era increíble y el nivel de dedicación y atención a los detalles estaba presente a lo largo de toda la investigación.

El problema era que yo sabía algo que los policías no. Sabía el detalle de la Compañía del Viajero. No sabía que hacer con eso, pero tenía la certeza de que estaba tirando del hilo correcto. Giré mi silla y miré a la ventana. Sin respuestas. Comprobé la hora y me di cuenta de que tenía tiempo para una siesta antes de mi encuentro con Balan.

Mientras me sentaba en la cama y me quitaba los zapatos, mi móvil parpadeó. Era un mensaje de Kara preguntando si tenía alguna novedad. Empecé y borré el mensaje bastantes veces. Parecía que mi cerebro era caucho. Así que escribí una respuesta corta y lo envié: «Sin noticias aún. Puede que haya descubierto algo inesperado en la vida de Rupert. Te prometo que te lo diré tan pronto como sepa algo seguro.»

Y cerré los ojos esperando conocer alguna pista nueva sobre lo que podía significar todo lo que estaba descubriendo. Cuando me desperté, no tuve ninguna revelación más que el recuerdo de que había acabado mi mensaje hacia Kara con un «Con amor, Henry». Me di una palmada en la frente, avergonzado. Ella nunca había acabado así ninguno de sus mensajes recientes. ¿Por qué lo había hecho?

Arrastré los pies hasta el baño y me eché agua en la cara. Me dije gilipollas un par de veces mirándome al espejo y luego me peiné. Algunos minutos después estaba cogiendo un taxi camino El Segundo Pilar.

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Estaba oscuro dentro del bar, como debía estar cualquier bar decente. El resto de ellos eran normales. La barra estaba a la izquierda de la entrada. El bar-man era un robot.

Varios pares de ojos me siguieron mientras caminaba por la sala. Las mesas y sillas estaban a mi derecha. La pared más lejana a mí que es donde esperas encontrar dardos o mesas de billar era lo que parecía un pasillo de hormigón. Aunque no era realmente un pasillo. La pared de atrás era toda de cemento y el suelo desde la pared hasta un metro y medio también lo era. Otro muro de cemento que llegaba a la altura de la cadera separaba el área del resto del bar exceptuando las entradas a cada lado. La zona estaba casi a oscuras pero podía distinguir lámparas en el techo. Seguramente estaba destinada a ser bastante demandada.

Había un suave murmullo de conversaciones por todo el bar y la música sonaba desde alguna parte. El robot Bar-man bromeaba con un cliente mientras sus sensores visuales seguían todos mis movimientos. El remate fue algo sobre los hechiceros necesitando un tomo antiguo para decidir qué almorzar. Todo el mundo se partió de risa. Yo no lo pillé.

Una mano ondeante captó mi atención. Era Balan. Estaba llegando cuando un muro blanco y azul apareció ante mí. Frené en seco y alcé la vista. No era una gran pared en movimiento, que fue mi primera impresión. Si no otro guardián, un Insomne con el pelo corto blanco níveo y una luminosa piel azul. Mis ojos estaban a la altura de su clavícula, o donde suponía que debía estar su clavícula bajo aquella pesada armadura que llevaba.

Iba a decir algo, no sabía muy bien el qué, pero él ya había empezado a hablar.

Arriesgamos la vida todos los días para proteger esta ciudad y sus habitantes. Sólo queremos un sitio tranquilo para nosotros donde poder tomar una copa en paz y recordar a nuestros amigos caídos. Hay montones de bares. Búscate otro.

Lo siento, estoy aquí para…

¡He dicho que te vayas a otro bar! – Pude notar que pronunciaba mal las palabras y oler el aliento a cerveza. Un enorme y borracho veterano de guerra que solía enfrentarse a monstruos de una clase que no podría ni imaginar, y estaba molesto conmigo. Levantó un guante del tamaño de mi cabeza y estaba apunto de empujarme el pecho con un descomunal dedo índice cuando una mano aterrizó sobre su hombro. Maldijo, sorprendido de que alguien le hubiera interrumpido.

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Es mi invitado, Torvald.– Balan al rescate. De nuevo. Al menos fue más rápido esta vez.

Balan y Torvald eran más o menos de la misma altura. Balan era humano en apariencia. Caucásico, con el pelo rubio medio largo, supongo que para cubrir su mutilada oreja derecha.

– Deberías quedar con tus invitados en otra parte, Balan. Este es nuestro sitio. No he encarado a cuarenta caballeros de la Colmena, manteniéndolos a salvo, – Señalándome cuando dijo «manteniéndolos» – sólo para tener que contener mis modales y actuar como una especie de dragón domesticado cuando tengo la oportunidad de relajarme.

En primer lugar, tuviste ayuda encarando a esos caballeros, según he oído. En segundo lugar, recuerdo perfectamente cómo te machaqué ayer en El Faro. Si no dejas a mi invitado en paz, iremos a por la segunda ronda ahora mismo. – Balan no sonaba ni enfadado ni emocionado. Lo que me puso los pelos de punta fue que parecía divertido.

Hubo un sutil cambio en la sala. Podría notar que la gente se estaba preparando para moverse si era necesario. No había armas a la vista, pero era consciente de que había poder más que suficiente en la sala para desangrarme y reventarme en un instante. «Bueno», pensé, » si voy a morir en una pelea de bar, mejor que sea en un bar de titanes. Será una buena historia que contar en mi funeral.»

En lugar de eso, Torvald y Balan se observaron durante unos segundos y luego Torvald se echó a reír intentando explicar que todo había sido una broma. Palmeó la barra con la mano abierta, dejando una señal y haciendo un sonido parecido a un disparo, y dijo que mi primera copa corría de su cuenta. Después se fue en dirección a un grupo que estaba cerca del pasillo de cemento.

Perdona. – Dijo Balan mientras se oía una carcajada del grupo al que Torvald se había unido. El titán Insomne no me estaba mirando, pero podía imaginar quién era el objetivo de su broma. Balan continuó después de que pidiera una tónica con lima. – Torvald sólo ha vuelto algunos años atrás. Algunos Guardianes novatos, que lucharon en algunas grandes batallas, vieron caer a sus amigos, y empezaron a creer que sabían la verdad acerca del porqué tienen el poder que tienen. Les lleva un tiempo darse cuenta de que el poder para hacer algo es la responsabilidad para hacer lo correcto y por las razones adecuadas.

Eso es bastante parecido a algo que… he leído hace poco. – Respondí. Cerca del final de sus entradas, Denise grabó parte del sermón del Padre Domingo. Decía: «El Viajero nos reparte luz a todos nosotros. No sólo en la forma de sirvientes de la luz: los Guardianes y los Espectros. Pero directamente a nosotros en la forma de la existencia de nuestras vidas en este momento. Nuestras vidas son producto de la Luz y debemos utilizarla para proteger, servir y difundir la Luz y la Vida

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No le conté nada de esto a Balan, y él no preguntó qué era lo que había leído; sólo asintió. – Los Guardianes somos eso. Estamos aquí para servir como guardianes contra la Oscuridad. Los Titanes, especialmente. A los Hechiceros les gusta aprender, a los Cazadores explorar, a los Titanes les gusta luchar. Sobretodo cuando lucha por una causa.

Puedo entender algo. Me hice policía por la misma razón. Aunque ya no lucho mucho, no con estos ojos tan delicados que tengo.

Los ojos de Balan me evitaron. Pude notar como el pobre seguía sintiéndose culpable por lo que me había pasado. Abrí la boca para ponerlo en su sitio, pero habló él antes.

De todas formas, estoy seguro que no has venido aquí a escuchar filosofía alcoholizada de un tío que va por ahí con un glorificado cubo en la cabeza la mayor parte del tiempo. ¿Qué puedo hacer por ti?

¿Has oído hablar de un grupo de Cazadores llamados los Pastores?

Tomó un suspiro hondo. Negó con la cabeza. – No, y he visto mucho. ¿Cuándo estuvieron en activo?

– Probablemente cuando se descubrió la ciudad. Un par de cientos de años.

¡Ah! – Levantó las cejas. – Bueno, no he visto tanto, pero muchos Guardianes si. Preguntaré. ¿Cómo están tu esposa y tu hijo?

– Están bien. Ehh, nos separamos… ¿Qué están haciendo esos tíos? – Había estado observando a Torvald y sus amigos desde hacía un minuto más o menos. Se habían separado en dos grupos de dos. Cada uno se había ido a una punta del vestíbulo de cemento. Entonces, un Titán entró por cada una de las entradas del pasillo y se quedó de pie, con una mano pegada a la pared.

Otro miembro del grupo, que estaba fuera, levantó una mano al aire y luego la bajó. Cuando bajó la mano los dos Titanes empezaron a correr hasta el final del pasillo.

Recortaron distancia increíblemente rápido. Estaba a punto de preguntar si estaban haciendo sprints cuando los ojos de Balan se abrieron con asombro y dijo – Cúbrete los… – pero el resto se perdió cuando una bomba descomunal irrumpió en el bar. El sonido que hizo fue más allá de lo imaginable, como un trueno dentro de un tambor. Sentí cómo vibraba el suelo y fue cuando me di cuenta de que me había caído del taburete. Miré arriba y vi a Balan sobre mi extendiéndome su mano. Observé alrededor. El bar estaba intacto teniendo en cuenta la explosión que acaba de ocurrir. Los Guardianes tampoco estaban alertados. Algunos de ellos se reían, otros aplaudían. No escuchaba las palmas o las risas, puesto que estaba bastante sordo en ese momento.

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Uno de los Titanes que habían corrido en el pasillo había caído completamente sobre la pared media y en una mesa. Los ocupantes de dicha mesa lo tiraron sin mucha ceremonia al suelo. Un Espectro flotaba sobre el caído mirándolo con preocupación cansada. Torvald estaba de pie en el pasillo, sonriendo, con el puño alzado en señal de victoria.

Lo llaman Shoulder Ball, aunque no haya ninguna pelota. – Me gritó Balan al oído. – Es un juego de bar al que juegan algunos Titanes.

Paré de intentar secar la tónica de mi camisa con servilletas y miré a Balan.

¿Un juego? ¡Los dardos son un juego de bar! ¡Eso ha sido horrible! Creo que me he tragado la lima entera de mi vaso de golpe.

Se encogió de hombros.

He dicho que somos guerreros de la Luz. No he dicho que seamos todos inteligentes.

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Shijait

Si sigues así, me ofrezco para ser tu representante en las editoriales.

Phill

Este capítulo del bar, ha estado muy bien, jajaja. Muy bueno imaginárselo, según lo vas leyendo…. cualquiera se mete en un bar de Titanes. 😛

_OzricMX_

Muchas gracias por traer esto, me encanta.

PanchoLoco

Jajaja me encanto se esta poniedo bueno.Gracias por traerlo Ardnys

Wolfskyy

Excelente, como decia en comentarios anteriores cada vez se pone mas interesante.

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